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Vámonos ya... los muertos nos esperan

jueves, 12 de septiembre de 2013

Me duele este frío noviembre

Yo crecí con dos desconocidos que decían ser mis padres. Ellos creen conocerme pero en el fondo saben que no es así, que soy una extraña que en algún momento llegaron a sentir como su hija pero que ya hoy a mis 18 años no lo soy.
No les puedo considerar mi familia, porque nunca fueron una unión, un hogar al que llegar después de clase y contar las anécdotas del día. Son dos extraños que en el fondo de mi corazón les quiero y les deseo lo mejor, aunque ellos nunca lo pidieron para mi, o quizás si.
No puedo considerar padre a alguien que me considera una responsabilidad, a alguien que ni siquiera quiere vivir y compartir su tiempo conmigo, no soy su hija sino porque lo pone un papel.
Tampoco puedo considerar una madre a una persona que un día nos dejó, sin más desapareció en la cercanía.
Yo comprendo que hay que saber perdonar pero tampoco olvidar. Gracias a ellos hoy soy quien soy, me han hecho crecer aunque no sé si se pararon a pensar si yo quería crecer o no.
"Quizás escriba esto desde la rabia de no haber tenido un beso de buenas noches..."