Yo tenía que jugar, divertirme con ustedes, no recoger los pedazos de unos platos que ni había comprado. No tenía por qué verte gritar, pegar y destrozar mi infancia con esa fuerza.
Yo tenía que tener muñecas, cochitos o lo que fuera, no miedos y sollozos detrás de una puerta. Esperaba cada día, que me concedieran una tregua, que no volviera a explotar todo, otra vez hoy.
Y me sentía tan pequeña, incapaz de tomar alguna decisión, solo podía irme a casa del que tocara hasta que se calmara la tormenta, yo no podía hacer más que llorar y vosotros sólo levantabais más la voz -la que ya a mi no me quedaba-. Y lo peor de todo es que... a cualquier sitio os hubiera seguido, a pesar de todo.
Los hijos no estábamos cuando ya habíais tomado cierto tipo de decisiones
Y ya está todo perdonado
Y ya si que todos somos adultos
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