Esa miel dulce que viene y va, que me toca, me destroza y me endulza la herida. Reflejos verdes que ven lo que soy, me atrapan entre sus dedos, y a fuego lento me hacen agua. Todo junto se mete en mí y arde como gasolina, pidiéndome... que grite, que salte, que arriesgue a todo o nada, que no corten mis alas.
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