Me cuesta escribir, me cuesta decir con palabras lo que mi corazón calla.
No sé por qué ni por que no, solo sé que no sé nada. Y que esa nada podría ser todo lo que me pasa. He aprendido a vivir con miles de preguntas en mi cabeza, y de ausencias en el alma.
Ser fuerte, respirar hondo y no pensar, sólo dejar sanar, para que, quizás, algún día un abrazo lo cure todo. A veces las palabras sobran en mi cabeza y por eso me resigno a lo que queda y al recuerdo de lo que hubo.
Tal vez hoy no pueda perdonar, tal vez mañana si, o tal vez nunca. Mientras tanto escribo para curar las heridas, para sacar lo que no debería quedar dentro.
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